Uvas, parras y viñas

Lo que necesitas saber para cuidar de ellas

Si las demás plantas del invernadero necesitan calor, se puede encender la calefacción en febrero; en lo que respecta a la vid, el momento ideal para empezar a proporcionarles calor es a mediados de febrero.
Las varas que se ataron concienzudamente a los alambres durante el invierno, se sueltan hasta un tercio de su altura del suelo, de manera que la vara más alta caiga hasta casi tocar el suelo. Se logrará así que la savia no llegue con demasiada rapidez a las yemas superiores, a fin de que no se produzca un desarrollo excesivo de éstas a expensas de las que brotan más abajo.
Dado que en esta época del año las temperaturas pueden subir rápi­damente durante las horas de sol, cuando lo que se necesita en realidad es una subida moderada, conviene asegurar la ventilación adecuada para mantener 19 °C de día y de noche. En invernaderos con calefac ción lo ideal será conseguir una media de entre 4 y 7 °C. La atmósfera debe mantenerse húmeda, mojando las paredes y el suelo en los días soleados. Hasta que empiece la floración se pueden rociar las varas con agua limpia a primeras horas de la mañana, antes de que el sol sea de masiado intenso, ya que el follaje joven se podría quemar por la acción del sol sobre las gotitas de agua.
A veces, puede ser necesario suprimir los brotes adventicios que no tienen ninguna utilidad, para dejar un brote en el espolón. Esta diligen cia hay que hacerla lo antes posible. En la práctica, es más seguro des puntar los brotes no deseados a mano y arrancarlos dejando una o dos hojas por si el brote fructífero o pámpano se rompe accidentalmente al sujetarlo al alambre. Como los pámpanos crecen rectos, se les debe guiar hacia los alambres, lo cual resulta delicado, ya pueden quebrarse en la unión con la madera antigua. Habrá que guiarlos gradualmente y a diario para que bajen. No es aconsejable atarlos mientras los pámpa nos sean muy jóvenes y quebradizos. Conviene esperar a que se forme un poco de tejido fibroso. Además, una vez puestos manos a la obra, resulta aconsejable asimismo hacer este trabajo por la mañana, porque, al hacerlo en un momento más avanzado del día, aunque los pámpa nos son más manejables y flexibles se corre el riesgo de apretar dema siado al atarlos, de modo que se malogren durante la noche cuando vuelvan a aumentar de tamaño. A medida que aumente la intensidad de la luz, habrá que sombrear suavemente el vidrio para evitar que se abrasen las hojas. En el caso de un invernadero pequeño, esta opera ción debe ponerse en marcha en abril. La sombra ayudará también a reducir las temperaturas cuando, eventualmente, suban demasiado y con cierta rapidez, y prevendrá posibles condiciones de sequía.

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