En el caso de la vid cultivada a cielo abierto, la elección del emplaza miento reviste suma importancia. Debe tratarse de un lugar resguarda do y a pleno sol, a una altitud de no más de 90 m. El sitio ideal es una pendiente de suelo nivelado, orientada hacia el sur o sudoeste, aunque también puede resultar adecuada una pendiente suave orientada hacia el este o el norte. Evite plantar la vid en una zona donde pueda helarse, porque una helada a fines de la primavera será nociva para la floración y para los pámpanos, y destruirá posiblemente la cosecha del verano. Cuando el horticultor no tiene alternativa, debe prepararse para prote ger la vid de alguna manera; por ejemplo, cubriéndola con arpillera donde pueda formarse escarcha o helar.
La uva que crece sobre las paredes y empalizadas se encuentra en una situación más ventajosa, porque el soporte transmite el calor. En este caso, deberá estar a pleno sol y bien resguardada. Aunque lo ideal será un soporte orientado hacia el sur, también puede resultar acepta ble uno orientado hacia el oeste.
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