Uvas, parras y viñas

Lo que necesitas saber para cuidar de ellas

Comentarios: (2)
Durante el apogeo Victoriano de la propiedad privada, y en cierto modo hasta principios del siglo veinte, se cultivaba la vid en invernaderos es peciales destinados a ese fin.
En algunos grandes jardines pertenecientes a particulares había in cluso invernaderos independientes, en función de la época del año en que maduraba la uva; es decir, había invernaderos para uvas tempra nas, de media estación o tardías. Sin embargo, lo más corriente era di vidir el invernadero en secciones que tenían temperaturas diferentes, adaptadas a cada época de maduración.
Después de la guerra desaparecieron los especialistas especialistas de la vid, y muy pocos siguieron cultivando viñedos en invernadero. Sin embargo, últimamente el interés por este asunto se ha incrementado, y muchos hortelanos aficionados han descubierto que, incluso en inverna deros pequeños, las vides pueden crecer encima de otras plantas, en el techo, y que pueden obtener así una buena cosecha de uvas. También puede resultar eficaz cultivar la vid en macetas; en este caso, se obten drán buenos resultados en un invernadero pequeño, de 2,4 m X 1,8 m.
La mayoría de las uvas de mesa necesitan la protección del vidrio para madurar bien y alcanzar su plena sazón. Algunas variedades, par ticularmente en el caso de la uva moscatel, necesitan calor artificial du rante la primavera y en especial durante la floración, para facilitar la polinización, y también durante el otoño para lograr su plenitud de sabor. Dado el coste de los invernaderos y del combustible, y el labo rioso trabajo necesario para mantener la vid bajo control, resulta acon sejable cultivar en el invernadero sólo las uvas de mesa, dejando fuera las que se destinen a la producción de vino. El factor limitante es la al tura, aunque en el invernadero de tamaño pequeño la corriente actual tiende a dar una buena altura a los aleros del tejado de modo que el problema es menos significativo.
La estructura ideal para la vid es un invernadero con techo a una sola agua y orientado al sur. El techo abarca toda la anchura de la construcción, y ofrece así la mayor superficie posible para la extensión de la vid. Al mismo tiempo, el muro posterior acumulará una reserva de calor en los días soleados, transmitiéndolo a la estructura durante la noche. Sin embargo, la vid también puede encontrar un ambiente ade cuado para su desarrollo en un invernadero normal.
La vid se puede cultivar con calefacción o sin ella. En el segundo caso, la cosecha será tardía y el número de ejemplares que madurarán bien será menor. En un invernadero con calefacción la vid empezará a desarrollarse a mediados de febrero, para madurar en julio o agosto, se gún la variedad que se cultive. En un invernadero frío empezará a de sarrollarse en marzo y se cosechará a finales de agosto y durante todo el mes de septiembre.
La vid que se cultiva sin calefacción se puede plantar al raso, y guiar el sarmiento principal (llamado vara) hacia adentro, practicando un agujero en la parte inferior de la pared del invernadero. También se puede plantar dentro, y dejar que las raíces se extiendan fuera del in vernadero. Las vides que se cultivan en invernaderos con calefacción se plantan mejor si se construye un arriate con este fin. Si las raíces están dentro, el hortelano controlará mejor las cosas, y el éxito y el fracaso dependerán de su prudencia y de sus conocimientos. Este método re sulta ventajoso en las zonas más frías (del país), donde hay que empe zar con más antelación, o cuando existe el riesgo de que las raíces crezcan hasta lugares donde se pueden anegar durante el invierno. En el pasado se sostenía siempre que, en el caso de las uvas tempranas, el arriate interior garantizaba que las raíces crecieran al mismo ritmo que los brotes. Sin embargo, se trata de un consejo perfeccionista, y hoy en día, en la mayor parte de los casos, se pueden cultivar satisfactoriamen te en el exterior con sencillos preparativos preliminares y una atención menos frecuente al riego y a los fertilizantes.
En un invernadero pequeño, probablemente sólo habrá espacio para plantar una parra. Lo mejor es hacerlo en el lado opuesto a la puerta, de manera que la vara (sarmiento principal) pueda extenderse a lo largo de toda la superficie del techo. También se puede plantar la vid joven en un lado, al final y cerca de la esquina, para que se extienda a lo largo de la pared.
Tanto si la vid se planta dentro del invernadero como fuera de él, el suelo necesitará un doble desfonde; es decir, habrá que cavarlo dos veces, además de abonarlo con un estiércol, o bien descompuesto o bien compost, y con un fertilizante general, como, por ejemplo, Grow-more. También se pueden añadir si se tienen a mano, cenizas prove nientes de hogueras. Cuando exista una ligera sospecha de que el suelo podría anegarse, será necesario construir un arriate especial para la vid: una zanja de unos 75-90 cm de profundidad de un fondo y unos lados muy sólidos; por ejemplo, con pavimento de hormigón y muros de contención de ladrillo. El fondo debe inclinarse en pendiente desde la parte posterior hacia la anterior y de un extremo al otro del arriate. A lo largo del borde más bajo hay que colocar una tubería de drenaje de 10 cm de diámetro, con un desagüe en el ángulo inferior que desembo que en una zanja de drenaje superficial, o bien un desagüe que se pre para cavando un pozo grande y llenándolo con piedras o pedazos de ladrillos. El mismo tipo de material de drenaje se utilizará para formar una capa de hasta 15 cm en la base del hoyo o zanja que luego se lle nará con tierra. La tierra debe ser apta para acumular reservas de agua y nutrientes para la planta, conservándose al mismo tiempo porosa y suelta. La receta del John Innes Potting Compost N° 3 (7 partes de tie rra vegetal esterilizada, o tierra fértil de jardín, 3 partes de turba, 2 par tes de arena gruesa, más 300 g del fertilizante Base John Innes y 55 g de caliza fina, en un volumen total equivalente a un cubo de 36 litros de capacidad, nos asegura un compuesto medianamente adecuado. Si se tienen a mano los restos de ceniza sobrantes de la madera quemada, conviene añadirlos también a la mezcla.
La planta joven no necesita una superficie demasiado amplia para extender sus raíces, por lo que resulta recomendable la vieja práctica de hacer un arriate angosto el primer año e ir aumentando su anchura anualmente. De este modo, el trabajo inicial no es tan laborioso y los costos no son tan elevados. Esto permite, además, añadir cada año, du rante las primeras etapas de la vida de la viña, un buen promedio de fertilizantes completos y mantenerla en buenas condiciones físicas. Los bloques de hormigón resultan adecuados para contener el com post, pero también se pueden lograr buenos resultados con los ladrillos que se utilizan comúnmente en la construcción de viviendas.
Cuando la viña empiece a crecer, necesitará un sistema de guías o espalderas, lo que significa que los trabajos de preparación deben in cluir la fijación de los alambres de soporte. Lo usual es instalar los alambres siguiendo la estructura: el primero a unos 90 cm del suelo, el siguiente a unos 22 cm del anterior, y así hasta llegar a unos 30-45 cm de distancia del vidrio.
En un invernadero pequeño resultará casi imposible quedarse a más de 30-35 cm de distancia del vidrio, lo cual, dado que los pámpa nos crecen verticalmente y con bastante rapidez, puede dar lugar a que choquen contra el vidrio y se abrasen o se tuerzan, si no disponen de espacio suficiente. Es también esencial que el aire se mantenga en mo vimiento entre el vidrio y el follaje, de manera que, cuanto mayor sea el espacio entre el vidrio y los alambres, mejor será el resultado. En un in vernadero grande, prevea 45 cm.
Comentarios: (1)
Tradicionalmente, las vides se han plantado una al lado de la otra, y este método funciona perfectamente en un invernadero grande, sobre todo si es de los construidos en pendiente. Plante las varas a una dis tancia de 1,3 m, ya que los sarmientos laterales pueden llegar a exten derse hasta unos 60 cm a cada lado.
La vid joven se vende normalmente en contenedores, por lo que se puede plantar en cualquier época del año; pero noviembre y diciem bre, cuando la planta se encuentra en hibernación, son los meses más adecuados, puesto que en ese momento se puede podar el tronco a dos tercios sin temor a que se produzca una excesiva lacrimación de savia. Esta poda severa garantiza un desarrollo vigoroso durante el verano, además de estimular las yemas inferiores para que formen los sarmien tos laterales (pulgares), de manera que comience la formación de los sistemas de espolones más bajos. Si no se dispone de las plantas hasta entrado el invierno, es preferible no podarlas porque se produciría una lacrimación excesiva y perjudicial en los cortes que debilitaría conside rablemente la viña. Asimismo, cuando se planta la vid en pleno desa rrollo, no debe podarse hasta que se produzca la caída de las hojas.
No siempre se consiguen ejemplares recios, es decir, con un tronco de 1 cm de diámetro aproximadamente; en ese caso, resulta preferible plantarlos en una maceta grande o en una batea, podarlos hasta un ter cio de su tamaño original y dejar que crezcan durante otra temporada, antes de plantarlos definitivamente.
Comentarios: (0)
Durante el año siguiente a la plantación de la vid (y después de la primera poda fuerte), deje crecer el sarmiento principal de manera que al cance el tamaño máximo de un sarmiento vigoroso. Si las raíces se están desarrollando bien, el sarmiento principal debe llegar a medir unos 3 m o más, y dar sarmientos laterales de una longitud superior a la del sarmiento principal. Durante el verano, hay que cortar estos sar mientos una vez que hayan formado cinco o seis hojas, así como cual quier sublateral (brotes formados en los laterales), cuando haya formado una hoja. Tanto el sarmiento principal como los laterales se van atan do a los alambres a medida que van creciendo, dejando el espacio ne cesario para un desarrollo satisfactorio. Al final de la temporada, en cuanto se caigan las hojas, el sarmiento principal debe someterse de nuevo a una poda severa, cortándole dos tercios de lo que haya crecido el verano anterior. Los sarmientos laterales se podan a la altura de una yema orientada hacia abajo.

En los años siguientes hay que obrar del mismo modo, hasta que el sarmiento principal, una vez podado a dos tercios de su altura, alcance el alambre más alto. Al final, este procedimiento dará como resultado el entramado conocido con el nombre de «vara y espolón», consistente en que el sarmiento principal y los laterales se extiendan formando es polones a intervalos de unos 22-30 cm. De estos espolones nacerán cada año los brotes fructíferos (pámpanos). Entre los espolones, la vara o sarmiento principal es estéril. Este es el sistema más sencillo de for mación de la parra. También se pueden dejar crecer dos o más varas en una misma planta, y que se extiendan hasta llenar todo el invernadero, como en el caso de la famosa viña de Hampton Court.


La vid se debe podar inmediatamente después de que pierda las hojas, lo que sucede por lo común a finales de noviembre o en diciembre. En esta época conviene mantener el invernadero bastante frío, a fin de que la vid hiberne. Esto se consigue ventilando lo mejor posible después de la cosecha, para asegurar que el crecimiento del año en curso resulte plenamente satisfactorio. La poda invernal evita el riesgo de un llanto excesivo de la savia en primavera, que puede ser un llanto prolongado y abundante y, aunque existen varios remedios, ninguno es totalmente eficaz. Si no se puede evitar la poda tardía, conviene pintar los cortes con un producto adecuado inmediatamente después de la poda; esto ayuda a contener la savia, pero es mucho mejor prevenir que curar.
Una vez establecido el sistema de vara y espolón, la poda de invier no consiste en cortar todos los pámpanos del año anterior (a excepción de los necesarios para el reemplazo y crecimiento), dejando sólo una o dos yemas del tallo antiguo. Una yema será suficiente si es robusta y está orientada hacia abajo. Pero muchas veces la yema de base es pe queña y no dará pámpanos; conviene, por lo tanto, podar a dos yemas porque así tendremos dos brotes y, en caso de que uno se dañara o se rompiera, siempre nos quedaría el otro para llenar un espacio que si no quedaría vacío.
La vid de invernadero se puede cultivar con un sistema de poda por reemplazo. Para llevarlo a cabo se requiere más oficio, pero en general la fruta tendrá mayor calidad. Este sistema de poda invernal es muy parecido al método Guyot para el cultivo de la vid a cielo abierto. Cada año crecen dos nuevos sarmientos principales; uno de ellos se conserva para que fructifique, y el otro se poda a dos yemas para que produzca las dos varas de reemplazo el año siguiente. El sar miento que ya ha fructificado se elimina completamente.
La práctica consistente en remover la vieja corteza raspándola, requiere tiempo y algunos cultivadores la encuentran innecesaria; pero, si se dis pone de tiempo para hacerlo, siempre vale la pena. Debe prestarse es pecial atención a la corteza escamosa en el espolón, pero extremando el cuidado en la zona cercana a las yemas para no dañarlas. Una buena parte de la corteza fibrosa se puede eliminar raspándola con un cuchillo, sin que el tejido verde salga a la luz, es decir, llegando sólo hasta la corteza suave de color marrón.
Al raspar la corteza vieja, las plagas típicas del pleno invierno, como por ejemplo la arañuela roja o la cochinilla algodonosa se arran can con la corteza o quedan expuestas a los pesticidas. Lo mejor es ex tender el pesticida con un cepillo, asegurándose de que cubra bien las fisuras y los ángulos de la corteza.
Si la vid tiene todo un invernadero a su disposición, se le puede aplicar una solución al 4 % de aceite de invierno: el aceite de alquitrán (30 ce de aceite de alquitrán en 1/4 de litro de agua). Aunque su olor no es perjudicial, puede ser muy persistente y, si esto resulta molesto por la proximidad de la vivienda, se puede utilizar un producto como el Ma-lathion a la concentración recomendada para fumigación. Es preciso terminar este trabajo a principios de enero para no perjudicar a las yemas. A la hora de hacer esta limpieza de la planta conviene sacarla de los alambres que la sostienen. Quite las viejas ataduras y renuévelas, porque también pueden ser un vehículo para las plagas.
El trabajo siguiente consiste en renovar el lecho interior. Se rastri llan los restos de estiércol y de paja, y se trabaja la superficie de la tie rra haciendo un descalce con una horca. La tierra se rastrilla o se saca con una escoba común o hecha con ramas. Las raíces que quedan al descubierto se cubren inmediatamente con un compost de tierra vegetal como el John Innes N° 3.
Y no hay que hacer nada más hasta pasados dos o tres meses, en que la vid empieza a desarrollarse. Cuando se acerca este momento, es preciso regar bien el lecho. Una semana más tarde puede resultar nece sario regar por segunda vez si el área donde se extienden las raíces se ha secado demasiado durante el invierno. Después del riego conviene echar un compost de setas pasadas o de un material similar: ayudará a regular la humedad del suelo durante la etapa de crecimiento. Este es también el momento adecuado para ensanchar el arriate de la vid si se considera necesario.
Las vides que se han plantado fuera del invernadero no necesitan cuidados especiales durante el invierno; basta con abonarlas con un buen fertilizante general cuando empiezan a salir los brotes.
Comentarios: (0)
Si las demás plantas del invernadero necesitan calor, se puede encender la calefacción en febrero; en lo que respecta a la vid, el momento ideal para empezar a proporcionarles calor es a mediados de febrero.
Las varas que se ataron concienzudamente a los alambres durante el invierno, se sueltan hasta un tercio de su altura del suelo, de manera que la vara más alta caiga hasta casi tocar el suelo. Se logrará así que la savia no llegue con demasiada rapidez a las yemas superiores, a fin de que no se produzca un desarrollo excesivo de éstas a expensas de las que brotan más abajo.
Dado que en esta época del año las temperaturas pueden subir rápi­damente durante las horas de sol, cuando lo que se necesita en realidad es una subida moderada, conviene asegurar la ventilación adecuada para mantener 19 °C de día y de noche. En invernaderos con calefac ción lo ideal será conseguir una media de entre 4 y 7 °C. La atmósfera debe mantenerse húmeda, mojando las paredes y el suelo en los días soleados. Hasta que empiece la floración se pueden rociar las varas con agua limpia a primeras horas de la mañana, antes de que el sol sea de masiado intenso, ya que el follaje joven se podría quemar por la acción del sol sobre las gotitas de agua.
A veces, puede ser necesario suprimir los brotes adventicios que no tienen ninguna utilidad, para dejar un brote en el espolón. Esta diligen cia hay que hacerla lo antes posible. En la práctica, es más seguro des puntar los brotes no deseados a mano y arrancarlos dejando una o dos hojas por si el brote fructífero o pámpano se rompe accidentalmente al sujetarlo al alambre. Como los pámpanos crecen rectos, se les debe guiar hacia los alambres, lo cual resulta delicado, ya pueden quebrarse en la unión con la madera antigua. Habrá que guiarlos gradualmente y a diario para que bajen. No es aconsejable atarlos mientras los pámpa nos sean muy jóvenes y quebradizos. Conviene esperar a que se forme un poco de tejido fibroso. Además, una vez puestos manos a la obra, resulta aconsejable asimismo hacer este trabajo por la mañana, porque, al hacerlo en un momento más avanzado del día, aunque los pámpa nos son más manejables y flexibles se corre el riesgo de apretar dema siado al atarlos, de modo que se malogren durante la noche cuando vuelvan a aumentar de tamaño. A medida que aumente la intensidad de la luz, habrá que sombrear suavemente el vidrio para evitar que se abrasen las hojas. En el caso de un invernadero pequeño, esta opera ción debe ponerse en marcha en abril. La sombra ayudará también a reducir las temperaturas cuando, eventualmente, suban demasiado y con cierta rapidez, y prevendrá posibles condiciones de sequía.
Comentarios: (0)
Cuando los pámpanos tengan una longitud de 45-60 cm, los racimos de flores serán suficientemente grandes para empezar el despunte, supri miendo el ápice del pámpano siempre que se hayan formado dos hojas bajo el racimo. Si no hay racimo, habrá que esperar a que salgan 6 u 8 hojas antes de despuntar. Todos los laterales que hayan formado un pámpano nuevo deben ser despuntados a una hoja.
Aunque hay variedades que se autofecundan, no conviene dejar la polinización al azar. En el caso de las variedades «Black Hamburg», «Foster's Seedling» y «Alicante» bastará con sacudir las varas. Para los casos en que hay que provocar la fecundación, como en las variedades de Moscatel, el método más efectivo consiste en sacudir suavemente las ramas, ahuecando las manos para transferir el polen de los estambres a los estigmas receptivos. Si se puede transferir el polen de una variedad distinta, mucho mejor. Es preferible siempre polinizar al mediodía. En este momento crítico, se debe mantener la atmósfera más bien seca; aunque un ambiente cálido favorecerá la polinización, conviene asegu rar la circulación del aire. Incluso en un día frío, será bueno tener algo de ventilación. No riegue sobre la copa durante estos días.
Comentarios: (0)
Si se deja madurar a todos los racimos, la fruta será de inferior calidad, y además los brotes perderán vigor, lo que podría provocar una merma considerable de la producción durante varios años. Hay que regular, por lo tanto, el número de racimos que debe madurar. En esta guía se incluye una orientación sobre este tema al tratar sobre las distintas va riedades. Como regla general, por cada 30 cm de vara se obtendrán 450 g de fruto. El aclareo debe hacerse lo antes posible para asegurar los racimos que dan indicios de ser los mejores, por su forma y tamaño, y también por el lugar que ocupan, si se trata de una zona donde pueden desarrollarse sin problemas.
También las uvas deben aclarearse. No es una tarea difícil, pero lleva su tiempo. Aunque hay tijeras especiales para el aclareo, bastará con unas tijeras ordinarias de pequeño tamaño, siempre que estén bien afi ladas, sobre todo en las puntas. Tienen la ventaja de no ser demasiado engorrosas. Para mantener el racimo estable, conviene utilizar una va rilla ahorquillada de unos 15 cm de largo. Las uvas no se deben tocar nunca con las manos, porque se daña la pruína de los granos, lo cual no sólo aja el racimo, sino que elimina la protección extra que la pruí na le proporciona al repeler el agua.
A veces habrá que darle forma al racimo antes del aclareo, lo que incluye, en general, la supresión de las ramas dispersas de la parte superior del racimo. Si el racimo es grande, habrá que sujetar sus ramas a los alambres atándolas con rafia. Primero se suprime el exceso de grano de la parte central del racimo; después, cualquier grano defectuo so que se prevea no llegará a buen fin; luego se aclaran los granos exte riores para dejar espacio a los otros, de forma que se puedan agrandar. El extremo superior del racimo no debe aclararse demasiado, y tampo co conviene tocar las ramas de esa zona, a fin de que se mantengan fir mes y ordenadas en el momento de la cosecha.
La operación de aclareo se puede completar tres o cuatro semanas más tarde, eliminando algunos granos más. Es posible que se requiera un aclareo final cuando se hayan formado las pepitas y los granos se hayan engrosado de nuevo.
Comentarios: (0)
La vid en pleno desarrollo necesita unas condiciones adecuadas de hu medad en el suelo, sobre todo cuando las temperaturas sean más altas. La frecuencia del riego se determinará en función de las características del clima y del suelo. Si las raíces están dentro del invernadero, será preciso regar generosamente cada 7 o 10 días, y dando por supuesta la existencia de un buen drenaje no hay riesgo de anegación. Se debe regar a conciencia, de manera que la humedad penetre hasta varios centímetros de profundidad en el suelo del arriate. Si las raíces están fuera del invernadero, este riego se producirá de forma natural la mayor parte de los años, según la frecuencia de las lluvias, pero no se debe descuidar el riego en ocasiones de sequía.
La nutrición resulta necesaria durante el período de actividad vege tal i va. Para obtener una fruta de calidad se requiere un fertilizante con una buena dosis de potasio; cualquiera de los fertilizantes disponibles para tomateras resulta muy adecuado. Se suministrará en una solución de agua, a intervalos de dos o tres semanas, desde un mes después del comienzo del desarrollo hasta la maduración del fruto.
A veces, la vid puede carecer de vigor, como consecuencia de una fructificación excesiva, por vejez, o debido a la pobreza del suelo. En estos casos habrá que favorecer el crecimiento con un fertilizante gene ral; por ejemplo, uno que contenga nitrógeno, fosfatos y potasio en iguales proporciones. También puede ser adecuado uno rico en nitróge no. Sólo debe utilizarse desde abril hasta mayo.
Comentarios: (0)
Una viña con buena salud se desarrollará vigorosamente durante el ve rano y el otoño. Todos los brotes nuevos que no se necesiten para lle nar algún vacío en el follaje que cubre el techo o para alargar la vara al año siguiente se cortan en cuanto tienen una hoja. Esto debe hacerse con rapidez, para evitar que el follaje se desarrolle fuera de control. Eli mine los pámpanos en cuanto salgan.
Cuando las uvas empiezan a cambiar de color, pueden producirse* grietas; éstas se reconocen con facilidad en las uvas negras, pero no se perciben demasiado en las uvas blancas, pese a que experimentan un ligero cambio de color hacia el blanco o el ámbar.
El exceso de humedad ambiental estimula las grietas. El sendero y las demás superficies deben mojarse al mediodía, de manera que cual quier exceso de humedad pueda disiparse antes de que caiga la noche. Si en el invernadero hay otras plantas, deben regarse antes del atarde cer. Dejar abierta unos dos centímetros la ranura de ventilación supe rior orientada a sotavento ayudará a secar la atmósfera, y también controlará, hasta cierto punto, una eventual subida de la temperatura por la mañana. Hay que evitar a toda costa un aumento rápido de la temperatura del aire, porque como la temperatura de los granos au menta con lentitud, la humedad del aire podría condensarse sobre los frutos y, en ese caso, se resquebrajarían. Lo mismo ocurrirá si el suelo se seca demasiado: el hollejo de las bayas se fortalecerá, dando lugar al resquebrajamiento cuando por fin se rieguen las plantas. Para que el suelo conserve una humedad uniforme y para mantener el aire en el lado seco del invernadero, se puede colocar una capa de estiércol y paja sobre el suelo cuando se hayan formado los frutos. Desde las pri meras etapas de maduración, hay que observar con atención los raci mos dos o tres veces por semana para detectar los granos enfermos y eliminar los que tienen el hollejo resquebrajado. Esta operación debe realizarse ininterrumpidamente hasta el final de la temporada. Corte las uvas defectuosas con unas tijeras usando la varilla ahorquillada mencionada más arriba. Trabaje con cuidado para que el racimo quede intacto.
Las uvas todavía no están maduras del todo cuando logran la pleni-1 tud de color. Hay que dejarlas en la parra durante un período de tiem po para que se formen los azúcares. Este período final varía en función de la época del año y de la variedad de la que se trate. «Black Ham-burg» y «Foster s Seedling», por ejemplo, maduran en el verano y sólo necesitan dos o tres semanas para completar el proceso. En cambio, la «Moscatel de Alejandría», «Mrs. Pince» y «Siria», que maduran más tarde, tienen que permanecer en la planta unas ocho o diez semanas antes de alcanzar su sazón.
Para manipular las uvas con mayor facilidad a la hora de la cose cha, conviene dejar un «asa» a la rama que lleva el fruto; por ejemplo, unos 5 cm a cada lado de su unión con el sarmiento principal. Se puede inspeccionar así el racimo, transportarlo, ponerlo en el escapara te o colocarlo en una fuente para servirlo, sin que la fruta se desfigure.
Las uvas se pueden conservar en buen estado en la parra durante varias semanas, manteniendo, mediante la climatización artificial y la ventilación, una atmósfera fría y seca (7 °C aprox.).
Si se dispone de un lugar con una temperatura baja y uniforme, vale la pena cortar las uvas tardías a finales de diciembre dejándoles un tallo. El tallo se puede colocar en un recipiente con agua, y así la fruta se conservará durante bastante tiempo. La variedad «Lady Dow-ne's Seedling» resulta particularmente adecuada para ello.
Comentarios: (1)
El cultivo de la vid en macetas tiene varias ventajas. Los tiestos se pue den cambiar de lugar dentro del invernadero y se pueden trasladar al exterior cuando la planta ha dado sus frutos. Al dejar las vides al aire libre, madurarán los pámpanos, disponiendo al mismo tiempo del en torno frío necesario para su hibernación. Para reducir los daños que puedan producir las heladas, conviene sumergir las macetas de arcilla en un contenedor; no obstante, cualquiera que sea el tipo de tiesto utili zado, el hecho de sumergirlos en un contenedor les dará estabilidad cuando haga mucho viento.
La mayor parte de las operaciones descritas para el cultivo de la vid en invernadero son aplicables al cultivo de la vid en maceteros, aunque en este caso las vides se cultivan como plantas erectas, con un largo tronco que produce una «copa» de pámpanos. Los propietarios de in vernaderos pequeños prefieren este método, dado que permite obtener una cosecha sustanciosa en un espacio reducido. Permite asimismo culti var más de una variedad y, teniendo cuidado, se pueden cultivar al mismo tiempo las cepas más corrientes. La vid se saca fuera del inver nadero en otoño, quedando así espacio libre para los crisantemos, por ejemplo. La climatización asegura una larga etapa de desarrollo y, por lo tanto, una maduración temprana, pero un invernadero frío también puede dar buenos resultados.
Las variedades tempranas que mejor se adaptan al cultivo en mace tas, además del «Black Hamburg» que es la más indicada, son «Buck-land Sweetwater», «Foster's Seedling» y los tipos de Frontignan.
Cuando las varas están consolidadas y bien asentadas en el macete ro, las raíces se activan en primavera. Si la vara es débil, es preciso que crezca para formar el sarmiento principal, y para ello habrá que podar la a una yema a fin de inducir un crecimiento vigoroso durante el vera no. La poda debe hacerse entre noviembre y diciembre. Las varas que tengan un diámetro de 1 cm o más se podarán hasta una yema, a 0,9-1,4 m por encima del macetero, más o menos. La longitud del sarmien to principal se eligirá en función de la altura del invernadero.
Tal vez será necesario trasplantar la vid a una maceta de mayor ta maño cuando se desarrolle el sistema de raíces; en ese caso, conviene hacer el trasplante en primavera, cuando las raíces inician su activi dad. Si la vid está en una maceta de 13 cm, debe trasplantarse a una de 18 cm, pero si las raíces son más grandes, puede pasarse a una ma ceta de 22 cm. El sustrato más adeucado es un compost de tierra vege tal, como por ejemplo John Innes N° 3, pues garantiza que la planta no llegue a tener una copa demasiado pesada.
Una vez comenzado el desarrollo, los pámpanos se alargan; convie ne dejar los cuatro o cinco de la parte superior de manera que formen una «copa», sujetándolos cuando hayan dado cuatro o cinco hojas. Si aparecen brotes en el sarmiento principal, deben eliminarse completa mente. Es casi imposible que aparezcan ramilletes de flores, pero en tal caso hay que suprimirlos inmediatamente porque no conviene que se desarrollen en esta etapa temprana.
En el segundo año, los sarmientos maduros deben podarse a una yema durante el letargo invernal. Se comienza así la construcción del sistema de vara-espolón, destinado a formar una copa permanente en la vid de macetero. Dado que el crecimiento activo empieza en prima vera, habrá que rascar la capa superior de tierra de la maceta y colocar en su lugar una capa de fertilizante John Innes Potting Compost N° 3, procurando dejar espacio suficiente para el agua de riego. Para favore cer un crecimiento vigoroso y para asegurarse la correcta maduración de la planta, coloque la vid fuera del invernadero a partir de principios del verano.
Durante el tercer año, hay que hacer una poda severa a una yema a principios del invierno, y seguramente habrá que trasladar la planta a un macetero más grande. Es posible que éste sea el último cambio, por que con una alimentación correcta y abono en la superficie de la tierra, una vid puede mantenerse durante muchos años en el mismo tiesto.
La vid así cultivada puede dar sus primeros frutos al tercer año. Despunte a dos hojas el racimo, y a una hoja cualquier lateral y sublateral. Si los pámpanos necesitan soporte, se pueden atar a un rodrigón central.
Cada siete días desde la aparición de la fruta, aplique un fertilizante general, después del cual deberá usarse un fertilizante potásico (por ejemplo, alguno de los adecuados para tomateras).
Si el clima es cálido, la fase final del proceso de maduración de la fruta puede tener lugar al aire libre, protegiéndola en este caso de los daños virtuales que pueden ocasionar los pájaros y las avispas. Una fórmula consiste en cubrirlas con una red o embolsarlas con medias de nylon.
Las uvas de invernadero pueden clasificarse, en la actualidad, de la forma siguiente:
S: SWEETWATER
Uvas tempranas que maduran con rapidez. Son ideales para inverna deros fríos. Son muy dulces y jugosas, pero no tienen la fragancia de la moscatel. Hollejo muy fino cuando están en su sazón. No deben man tenerse en la vid demasiado tiempo una vez que están a punto.
M: MOSCATEL
Las uvas moscatel son las de mejor aroma, pero necesitan calor. Perte necen al segundo grupo en orden de maduración, y penden de la parra en buenas condiciones siempre que se les proporciones algo de calor. La fruta es firme y muy sabrosa y, cuando permanece en la planta hasta que el hollejo se arruga, los granos adquieren el aroma de las uvas pasas. Lamentablemente, estas variedades son delicadas a menos que dispongan de un ambiente cálido y que se practique la poliniza ción a mano.
V: VINOUS
Son uvas tardías que, en el pasado, se cultivaban con ánimo de tener provisión de uvas para el año nuevo. Por lo general, resisten bien las etapas de desarrollo y producción, pero, para lograr su sazón, necesitan permanecer durante mucho tiempo en un invernadero caliente. No vale la pena cultivarlas si no se dispone de calefacción para los primeros meses del invierno.
Alicante (V)
Uva negra tardía. Crecimiento vigoroso. Los granos brotan en desor den, y necesitan un aclareo severo y temprano. En un principio, el raci mo no tiene buena forma pero, una vez aclarado, resultará un racimo de gran porte, ideal para exponer por sus granos negros cubiertos por una pruína azul grisácea, grandes, casi redondos y exuberantes (9 raci mos de tamaño medio en 3,6 m de vara).
Black Hamburgh (S)
La de mejor aroma de su grupo, así como la más conocida y la más cultivada en invernadero en Gran Bretaña. Muy adecuada para culti var en macetas. De buena constitución, da sus frutos libremente y puede madurar bien en un invernadero frío. Si se deja mucho tiempo en la parra cuando ya está madura, el hollejo se afina y se rompe con facili dad, con el consiguiente deterioro de la fruta (12 racimos de tamaño mediano por cada 3,6 m de vara).
Buckland Sweetwater (S)
Uva blanca, redonda, que se da en racimos cortos y anchos. La fruta crece libremente, y es de maduración temprana, sobre todo si se cultiva en macetas. Tiene un sabor agradable cuando está en buenas condicio nes pero, como el hollejo es frágil, la fruta se deteriora si permanece de masiado tiempo en la planta. No es una variedad vigorosa y para que dé buenos resultados hay que alimentarla bien (12 racimos por cada 3,6 m de vara).
Canon Hall Muscat (M)
Es una uva blanca casi redonda que al madurar adquiere un color ámbar pálido. Tiene un aroma excelente cuando se desarrolla bien. Para lograr un desarrollo adecuado, se le debe proporcionar calor tanto durante la floración como durante la maduración del fruto. Si no es así, no da buenos resultados. Las bayas son muy grandes (10 racimos por cada 3,6 m).
Frontignan (M)
Tanto la Frontignan negra como la blanca son uvas tempranas y pe queñas, de muy buena calidad. Se adaptan bien al cultivo en macetas (14 racimos por cada 3,6 m).
Foster's Seedling (S)
Es la mejor de las uvas «sweetwater» blancas. Adecuada para macetas. Se da aislada; los racimos son de tamaño mediano y bien conforma dos; las uas son ovales, jugosas y de agradable sabor. Son tempranas. Deben consumirse rápidamente una vez que han madurado, porque su aroma no dura demasiado. Tienen buena constitución y crecen bien en invernaderos fríos (12 racimos por cada 3,6 m).
Gros Colmar (V)
Uva negra, redonda y de vigoroso desarrollo, con grandes frutos y her mosos racimos. Hollejo grueso y aroma pobre. Requiere un largo perío do de madurez en un invernadero con calefacción durante los primeros meses del invierno (10 racimos por cada 3,6 m).
Lady Downe's Seedling (V)
Una de las uvas de mejor sabor de las del tipo Vinous. Son negras, re dondas y forman racimos largos y piramidales. Es de buena constitu ción, pero necesita calor en la época de la floración para garantizar una buena cantidad de uvas, así como a principios del invierno para que maduren sus frutos (10 racimos por cada 3,6 m).
Lady Hutt (S)
Uva blanca y redonda que madura varias semanas más tarde que las demás de su grupo. Experimenta un desarrollo enérgico. Se da aislada y produce grandes racimos de uvas jogosas y hollejo delgado (5 raci mos por cada 3,6 m).
Madresfield Court (M)
Es una uva negra, oval, temprana y de gran calidad. Sus granos, gran des, están cubiertos por una pruína azul grisácea. La pulpa es firme pero jugosa, y tiene muy buen gusto pese a la dureza del hollejo. Los granos pueden resquebrajarse al madurar, de ahí que muchos viticulto res dejen los brotes superiores sin despuntar, cuando maduran, para re ducir así la presión de la savia (10 racimos por cada 3,6 m).
Mrs. Pearson (M)
Es una uva blanca, redonda y tardía. Aislada y de crecimiento vigoroso, sus frutos tienen un sabor excelente, pero son de hollejo duro. Se con serva bien en la planta después de madurar. Sin embargo, necesita calor durante el período de madurez y durante el tiempo que permane ce en la planta (10 racimos por cada 3,6 m).
Mrs. Pince (M)
Uva negra y oval, de enérgico desarrollo que produce uvas tardías de excelente calidad. Necesita calor y polinización manual durante la flo ración, para lograr una buena cantidad de frutos. También requiere calor a principios del invierno, durante el período de maduración (10 ra cimos por cada 3,6 m).
Moscatel de Alejandría (M)
Cuando se desarrolla bien, no hay uva más sabrosa que ésta. Tiene buena constitución, pero necesita calor y polinización manual para lo grar una producción satisfactoria de uva blanca y oval. También re quiere calor para la maduración del fruto, pero, si se mantiene encendida la calefacción en el invernadero a principios de la primavera cuando la vid empieza su desarrollo, las uvas madurarán con el sol de septiembre (10 racimos por casa 3,6 m).
Moscatel de Hamburgo (M)
Uva oval, negra, de excelente calidad, que madura antes que la mayoría de las moscatel. A veces se recomienda esta variedad para el cultivo en invernadero frío, pero es difícil que se dé bien en esas condiciones. Ne cesita calor y polinización manual durante la floración (se recomienda una polinización cruzada, con polen de una variedad distinta). Aunque es bastante vigorosa en su desarrollo, tiende a marchitarse (9 racimos por cada 3,6 m).
Siria (V)
Uva blanca, tardía y oval, de gran vigor. Si no se poda con regularidad durante el verano, pronto resultará incontrolable. De racimos grandes e impresionantes, su sabor es pobre a menos que permanezca colgada en un lugar cálido hasta las Navidades (5 racimos por cada 3,6 m).
Trebbianu (V)
Uva blanca, oval y tardía, similar a la Siria en muchos aspectos. Nota ble por el tamaño de sus racimos, uno de los cuales ostenta el récord de peso: 12 kg (5 racimos por cada 3,6 m).
Comentarios: (1)
La vid se propaga fácilmente por estacas. Las estacas verdes y tier nas que se cortan durante el verano pueden necesitar algo de calor para arraigar, pero las de madera dura que se cortan en invierno, pue den arraigar al aire libre si es preciso.
El material requerido para las estacas simples de madera dura se puede obtener a partir de la poda de diciembre. Si se van a plantar al aire libre, conviene cortar una estaca de unos 20 cm de largo con tres yemas. Haga un corte por encima de la yema superior y otro por debajo de la inferior, antes de plantarlas en su suelo arenoso y bien drenado, a una profundidad de unos 15 cm. Estas estacas que arraigan a cielo abierto no necesitan cuidado alguno hasta el otoño siguiente.
También se puede conseguir que arraiguen en maceteros, en un am biente frío. Las estacas con dos yemas son las más adecuadas para su plantación en macetas. Si las estacas de este tipo se entierran aislada mente en macetas de 9 cm durante el mes de enero, un compost de dos partes de arena, una de abono y una de turba, a principios de junio las raíces deben haberse desarrollado. Entonces pueden trasplantarse a macetas de 12,5 cm con un compost John Innes N° 2 para macetas.
Con aparatos más sofisticados, como las cajas de propagación cli-matizadas, se puede plantar en enero una estaca con una sola yema en una maceta de 6,5 cm, con un compost de arena y turba a partes igua les. Esta maceta se coloca en la caja de propagación, a 18 °C de tempe ratura. A las estacas se les practica un corte justo encima de la yema y el otro unos 5 cm por debajo. Se presionan verticalmente sobre la su perficie del compuesto, dejando la yema al descubierto. En textos anti guos se pueden encontrar otros métodos que se sirven de la inserción horizontal de la estaca con una sola yema, pero su efectividad resulta sensiblemente menor.
En cuanto a las estacas de madera blanda, deben cortarse en julio o agosto, utilizando los sarmientos del año en curso. Se corta un sar miento de unos 10 cm, justo debajo de una yema, para incluir o bien el pámpano o bien un mínimo de dos yemas. Se planta en una mezcla a partes iguales de turba y arena, en una maceta de 6,5 cm. En una caja de propagación y a una temperatura de 18 °C, tardarán entre seis y ocho semanas en desarrollar las raíces. El primer cambio de maceta debe hacerse a un tiesto de 9 cm, con compost John Innes N° 1 para macetas. Cuando las plantas adquieran la robustez suficiente se tras plantarán de nuevo, esta vez a un tiesto de 12,5 cm y con un compost John Innes N° 2 para macetas. Durante el primer año, las vides jóve nes, pese a su resistencia, se desarrollarán mejor si se conservan en un invernadero frío.
Las vides pueden ser injertadas y algunos cultivadores comerciales de uvas para vino en Gran Bretaña toman la precaución de injertar la uva en sus rizomas, los cuales resisten los ataques a la raíz de la plaga Philloxera vastatrix, que es la mayor preocupación de los propietarios de campos de uva continentales
Comentarios: (1)
La vid es una planta que ama el sol, y es más feliz al aire libre, sobre una pared cálida. Sin embargo, la vid se puede cultivar a cielo abierto, por lo menos en el sur —y más al norte si se encuentra un microclima favorable—, siempre que se elijan las variedades correctas. Sin embar go, la fructificación será perfecta y los granos tendrán el aroma y la glu cosa necesarios para elaborar un buen vino o para la mesa en los veranos cálidos y secos y, por supuesto, cuando no se hayan producido heladas durante la floración. No madurarán bien en las zonas donde el verano es muy lluvioso, con fuertes vientos, o donde el clima sea frío durante la época del desarrollo.
En el caso de la vid cultivada a cielo abierto, la elección del emplaza miento reviste suma importancia. Debe tratarse de un lugar resguarda do y a pleno sol, a una altitud de no más de 90 m. El sitio ideal es una pendiente de suelo nivelado, orientada hacia el sur o sudoeste, aunque también puede resultar adecuada una pendiente suave orientada hacia el este o el norte. Evite plantar la vid en una zona donde pueda helarse, porque una helada a fines de la primavera será nociva para la floración y para los pámpanos, y destruirá posiblemente la cosecha del verano. Cuando el horticultor no tiene alternativa, debe prepararse para prote ger la vid de alguna manera; por ejemplo, cubriéndola con arpillera donde pueda formarse escarcha o helar.
La uva que crece sobre las paredes y empalizadas se encuentra en una situación más ventajosa, porque el soporte transmite el calor. En este caso, deberá estar a pleno sol y bien resguardada. Aunque lo ideal será un soporte orientado hacia el sur, también puede resultar acepta ble uno orientado hacia el oeste.
La vid tolera una amplia gama de suelos, siempre y cuando tengan una profundidad mínima de 30 cm y el drenaje sea bueno. Los abonos li vianos o medios son los ideales, pero si el suelo es muy fértil pueden surgir problemas a causa del excesivo vigor de la planta; por el contra rio, si el suelo tiene poca profundidad y se asienta sobre tierras calizas que induzcan clorosis, se obtendrá un desarrollo pobre en las tempora das muy secas. Los suelos ácidos necesitan aporte de cal para lograr un pH comprendido entre 6,5 y 7,0.
Las raíces de la parra son profundas, y no toleran un suelo mal dre nado ni un estrato duro e impenetrable bajo la superficie. Cuando el drenaje resulta dificultoso, debe evitarse la arcilla dura, pero si esto no fuera posible, habría que instalar un sistema de drenaje de algún tipo en una primera etapa de preparación del suelo. El tipo de sistema de penderá del tamaño de la plantación. En un área pequeña, destinada a una o dos vides, bastará un simple desagüe de 69 X 75 cm, construido con trozos de ladrillos refractarios y cascote. Para áreas más grandes, destinadas a dos o más hileras, habrá que pensar en drenajes de tejas o de plástico, e incluso puede ser necesario un sistema de drenaje a punto de espiga.
La tierra en la que se ha de plantar debe prepararse bien de ante mano, con un doble desfonde destinado a deshacer las capas duras. Asegúrese de que el suelo no contenga malas hierbas y, si es necesario, agregue tierra con cal. No resulta ventajoso un suelo demasiado rico, y no se requerirán abonos orgánicos pesados a menos que el suelo sea pobre. Incluso en ese caso, bastará con aplicar una fina capa de abo no bien descompuesto o un compost en la base de cada surco. Como última etapa preparatoria, justo antes de plantar, rastrille con el fertili zante de base John Innes o Growmore, en una cantidad equivalente a 100 g/m2.
Plante en cualquier momento desde octubre hasta marzo. Las vides débiles, cuyo espesor no supere el de un lápiz, pasarán mejor el invier no si se las salvaguarda de un ambiente frío y se trasplantan al exterior cuando haya pasado el peligro de las heladas. La mayor parte de las plantas que suministran los viveros son de sus propias cepas. Algunos patrones son más adecuados que otros para ciertos tipos de suelos.
Una implantación firme resulta esencial. Las raíces de las vides jó venes (que a menudo se han desarrollado en una maceta) deberán separarse con cuidado para favorecer un asentamiento rápido. A conti nuación habrá que cubrirlas con una capa de abono algo descompues to, o bien con compost, de manera que las yemas inferiores queden cu biertas durante el invierno. Si las plantas tienen injertos, habrá que cubrir la unión durante el invierno. En primavera, la capa de abono deberá retirarse del tronco con suavidad. La unión del injerto tendrá que quedar por encima del nivel del suelo para evitar que se arraigue un vastago, porque si esto llegara a ocurrir desaparecería el efecto del patrón sobre la vid, y la planta no resistiría a la filoxera.
La vid es una planta trepadora que se adapta a muchas formas de dis­tribución, como, por ejemplo, el cordón, la espaldera y el abanico. Cualquiera que sea el método utilizado, deberá practicarse de forma que se conserve siempre un armazón de ramas.
Normalmente, sobre las paredes y las empalizadas se cultiva como un cordón vertical (vara), en forma aislada o múltiple, con una separa ción entre varas de 1,2 m, de manera que quede espacio suficiente para los laterales fructíferos. Sobre una empalizada baja, o debajo de una ventana, la vid se puede cultivar con espaldera, con una separación de unos 45 cm entre cada brazo horizontal. Plante la vid a unos 22 era de distancia de la pared o de la empalizada a fm de dejar espacio para la expansión del sarmiento principal.
Soporte
La parra que crece sobre una pared necesita un sistema de soporte a base de alambres, por lo general horizontales, que se sujetan a la pared con anillas especiales para el caso. Se recomienda el alambre del cali bre 14, colocado cada 25-30 cm.
Comentarios: (1)

Se elige el sarmiento más robusto para formar la vara y, cuando se laya producido la caída de las hojas, se poda a una yema que esté si tuada en un punto donde el sarmiento sea muy robusto. Se corta cual quier lateral dejando dos yemas lo más cerca posible de la base. El sarmiento principal crece cada verano hasta alcanzar la altura deseada, ¡r se poda cada invierno en la forma que se describe a continuación.
Si se necesitan varias varas, lo primero que haya que hacer es dejar crecer dos varas horizontales, puesto que a partir de ellas se desarrólla la el número de varas verticales que se desee, a lo largo de las sucesivas estaciones.
Comentarios: (0)
La poda, el desmoche, el despunte y la sujeción a los soportes deben llevarse a cabo con regularidad. El método a seguir es básicamente el mismo que para la vid cultivada en invernadero, pero las tareas estiva les se realizan más tarde.
Comentarios: (0)
La primera tarea consiste en aclarar los nuevos laterales que se desa­rrollan a partir de los espolones, pero no se debe llevar a cabo antes de que se produzca la floración. Los pámpanos se aclarean dejando uno por espolón o uno cada 25 cm. Conserve los pámpanos que tengan las flores más robustas. Los laterales no deseados se cortan a una hoja. No se eliminan por completo a fin de contar con una reserva. Los pámpa nos que se han dejado se despuntan para detener el crecimiento. El despunte se hace a dos hojas del ramillete floral. Cualquier sublateral que se desarrolle en lo sucesivo se poda a una hoja. Los laterales estéri les se aclaran a seis hojas por el mismo procedimiento, y sus sublaterales a una hoja.
Comentarios: (0)
En cuanto se caigan las hojas y antes de finales de diciembre, se podan los espolones llevando los laterales del verano a una o dos yemas, y asegurándose de practicar el corte a una yema orientada hacia abajo, ya que estas yemas son las que tienen más posibilidades de dar un pámpano con flores el verano siguiente. Si es preciso, se aclaran los es polones, separándolos 22-25 cm.
Cuando se ha elegido una vara de reemplazo en la espaldera, habrá que cortar la vieja. Pinte el corte con betún o cola de carpintero. Retire los chupones cortando hasta la madera dura.
Se puede aprovechar la ocasión para llenar los huecos que queden en el muro con laterales bien situados o con chupones. Una vara vieja, con demasiados espolones secos, se puede reemplazar dejando una vara de reemplazo cerca de la base. En otoño, la vara vieja se puede podar hasta la de reemplazo. Ate los nuevos sarmientos donde sea ne cesario, y controle el estado de los nudos anteriores, para asegurarse de que no se hayan contraído. También se deben examinar los alambres, para ver si es preciso renovarlos o aumentar su longitud.
Comentarios: (0)
La vid que se cultiva sobre una pared o una empalizada a cielo abierto no necesita demasiado riego cuando está bien implantada, salvo en pe ríodos de sequía. Sin embargo, mientras la vid es joven, resulta aconse jable regarla durante el verano, en los períodos secos, para obtener sarmientos fuertes, capaces de soportar mejor las posibles heladas du rante el invierno. Las raíces de las vides que se desarrollan sobre la pared de una casa pueden sufrir bastante sequía, puesto que suelen estar protegidas de la lluvia por los aleros de la casa. La parra que crece en ambientes secos y cálidos es más sensible al mildiu. Por ello, resulta esencial mantener el suelo razonablemente húmedo durante el verano, regando la planta cuando sea necesario. Esto significa aportar una cantidad de agua de unos 24,4 1/m2 cada 7-10 días cuando el clima sea seco y caluroso. Para que el suelo conserve mejor la humedad, es recomendable adicionarle a fines de febrero, una capa de algún abono estable y bien descompuesto, o de compost.
Comentarios: (0)
A fines de febrero, rastrille la vieja capa y aplique el fertilizante Grow-more (7 % N: 7 % P2O: 7 % K2O), o uno equivalente, en una relación de 66 g/m2 más 15 g/m2 de sulfato de potasio en el sector donde estén las raíces y, a continuación, agregue una capa de paja y estiércol bien des compuesto, o de compost, a una profundidad de 5-7 cm.
Si hay síntomas de deficiencia de magnesio, se deberá aplicar sulfa to de magnesio (ver pág. 62). Si se trata de uvas de mesa, agregue un fer tilizante líquido rico en potasio; aproximadamente, 2,25 litros por planta cada 10 días durante la etapa de desarrollo, hasta que las bayas empie zan a madurar.
El número de racimos que se debe dejar depende de la edad y de las condiciones de la vid. Como dato indicativo, una vid adulta y bien de­sarrollada puede llevar un racimo cada 25-30 en 1 de vara. Algunas va riedades producen racimos muy pequeños con bayas muy apiñadas; por ejemplo, «Brant» y «Cascade». En este último caso, se les puede dar una separación de 20 cm.
Debe evitarse el exceso de racimos, sobre todo en la vid joven, que puede ser estéril durante varios años si carga con una cantidad excesiva de racimos. En el caso de una vid de tres años, hay que dejar sólo dos o tres. Quizá cuatro o cinco al año siguiente, etc., contando, por supuesto, con que el desarrollo sea lo suficientemente vigoroso como para soste ner los frutos. El exceso de racimos y la eliminación de demasiadas hojas en el verano pueden disminuir también el color, el aroma y el contenido en azúcares.
Las variedades destinadas a la producción de vino no requieren el aclareo de los racimos, pero puede ser necesario en las variedades de uva de mesa, sobre todo cuando se trata de las que producen bayas grandes, como «Siegerrebe» o las clones de Chasselas. No es necesario en la variedad «Brant» y similares, pues sus bayas son naturalmente pequeñas.

Hay muchos métodos para la implantación de la vid a cielo abierto. Podría desarrollarse, por ejemplo, en un rincón soleado en forma de cordón vertical sobre un rodrigón, o en forma de planta erecta como si fuese una rosa. También puede cultivarse en un tiesto. En cualquiera de estos casos, se podarían los espolones en invierno y se despuntarían los laterales en verano, para mantener la forma de la planta.
Sin embargo, el método más utilizado, tanto para los viñedos pe queños como para los grandes, es el sistema Guyot, sea simple o doble. Se trata, básicamente, de un sistema de poda por reemplazo en el que los sarmientos que han fructificado en el verano se cortan cada invier no, y son los nuevos los que darán fruto en el verano siguiente. El siste ma Guyot simple tiene un solo brazo fructífero (vara), mientras que el sistema doble, más popular, tiene dos. La mayoría de los viticultores prefiere el sistema doble porque se requieren menos plantas para la misma superficie. Cuando no hay espacio para el desarrollo de las dos varas, se practica el sistema simple. No existe diferencia apreciable en cuanto a la producción que se obtiene con uno y otro sistema.
En cualquiera de los dos casos, las varas se extienden a poca distan cia del suelo, a fin de aprovechar el calor reflejado e irradiado por el sol, lo que resulta particularmente importante en las regiones de clima poco soleado.
Soportes
La vid que se cultiva a cielo abierto y en hileras requiere una sólida empalizada de postes y alambres. En el sistema Guyot, los postes de ben situarse a unos 4-4,5 m de distancia, según lo espaciadas que estén las plantas dentro de la hilera.
El poste terminal debe tener 2 m de largo por 7,5 cm de diámetro. Los intermedios, 2 m de largo por 5 cm de diámetro. Deben estar ente rrados 45 cm.
En la medida de lo posible, hay que proteger la madera contra la putrefacción, preferentemente impregnándola a presión o sumergién dola en un producto adecuado para el caso. La empalizada se debe apuntalar en cada extremo, y para las guías hay que emplear alambre galvanizado. Los dos alambres inferiores serán simples; los superiores, dobles. Fije los alambres al poste terminal con clavijas, y a los postes intermedios con grapas. Coloque las grapas de modo que dejen un poco de juego para los alambres, a fin de que puedan moverse con libertad. Los dos alambres inferiores serán del calibre 12/2,5 mm, y se dispondrán a 40 y 55 cm del suelo; los superiores serán del calibre 14/2 mm, y se colocarán a 90 cm, 1,2 m y 1,5 m, respectivamente. Es preferible que las hileras discurran en sentido norte-sur para reducir la sombra que pueden darse entre sí. Si se puede preparar la empalizada de manera que uno de los lados de cada uno de los tres pares de alambres dobles se pueda bajar en el momento de la poda in vernal, este trabajo resultará menos laborioso. Para ello, fije un trozo de cadena al final de los alambres y, en lugar de colocar grapas en los postes intermedios, utilice hembrillas. La cadena debe rodear el último poste, y debe estar bien tensada, de manera que quede por encima del tornillo que lleva el poste para engancharla. Los alambres no deben su jetarse a dicho tornillo.
Separación
La distancia entre las vides debe ser de 1,3 a 1,5 m, teniendo en cuenta que en los suelos buenos el espaciado idóneo será el mayor. Por su parte, la separación entre hileras debe ser de 1,5-1,8 m. Si se quiere sembrar pastos o césped en el suelo, las hileras deben separarse 1,8 m, dejando, a lo largo de toda la hilera, una franja de 45 cm de ancho libre de pastos o de césped.
Plantación
La vid joven debe plantarse junto a un rodrigón de 1,8 m de altura o junto a uno de los postes de la empalizada. Plante las vides a la misma profundidad a la que estaban plantadas en el vivero, teniendo cuidado de no enterrar el punto de injertación cuando se trate de plantas injer tadas. El patrón es inmune a la filoxera, mientras que el vastago no lo es. Si se entierra el punto de injertación, la planta pierde su inmunidad frente a esta plaga, y las raíces del vastago podrían modificar la energía de la vid.
Formación del porte
Por lo general, la vid empezará a desarrollarse en el mes de mayo. Du­rante el verano siguiente a la plantación, deje que el sarmiento más vi­goroso, que normalmente será el más alto, crezca libremente y recto junto al rodrigón. Corte todos los demás. En noviembre, pode este sar­miento a una yema que se encuentre justo encima del alambre inferior, asegurándose de que por debajo del alambre quedan dos buenas ye mas. Durante el segundo verano se dejan tres sarmientos, que se atan rectos, y se despuntan todos los demás a una hoja. Al final del segundo verano y tras la caída de las hojas, ponga en marcha el sistema Guyot doble: un sarmiento (vara) se dirige horizontalmente hacia la izquierda y otro hacia la derecha, sujetándolos a los alambres inferiores. El tercer sarmiento (pulgar) se poda a tres yemas; éste será el encargado de pro veer los tres sarmientos de reemplazo para el año siguiente. Las varas deben cortarse a una yema cercana a la vara de la planta vecina, pero procurando que no se produzca una superposición.
Una planta débil, que no supere el diámetro de un lápiz al plantar la, debe dejarse sin podar durante el primer año, esperando para reali zar todas las operaciones descritas.
Fructificación
El año en que la vid fructifique por primera vez (vid de tres años), sólo se deben dejar fructificar dos o tres racimos. Al año siguiente, cuatro o cinco y, de ahí en adelante, siempre que la planta crezca sana y vigoro sa de manera que sea capaz de sostener todo el peso, se puede dejar toda la producción.
Riego y alimentación
En febrero, abone las plantas con el fertilizante Growmore, en una pro­porción de 66 g/m2, y con sulfato de potasio (15 g/m2). Aplique ambos productos a cada lado de la hilera, cubriendo una franja de 30 cm de anchura a cada lado. Si el suelo es poco profundo, coloque en primave ra una capa de compost de setas, turba y abono bien descompuesto, o bien de compost de jardín, de unos 5 cm de espesor. La vid tiende a su frir carencia de magnesio, hecho que se manifiesta a veces por el color amarillento de sus hojas en verano, y que no debe confundirse con la clorosis, derivada de las condicioanes alcalinas del suelo. Si aparecen síntomas de escasez de magnesio, rocíe las hojas con una solución de 220 g de sulfato de magnesio en 11 litros de agua, a la que se le añaden algunas gotas de detergente de poca concentración, y repita esta opera­ción catorce días después. A partir de ese momento, aplique el sulfato de magnesio a la copa, en una proporción de 66 g/m2.
El cultivo de uva de mesa dará mejores rendimientos si se fertilizan las plantas con líquidos ricos en potasio durante la etapa de desarrollo. Aplique el fertilizante una vez cada quince días, desde el momento en que empiecen a formarse las bayas hasta que empiecen a madurar. Ge neralmente, la vid bien implantada soporta sin problemas la sequía, ex cepto en suelos muy áridos. Sin embargo, resulta aconsejable regarla en caso de sequía.
Arriba: noviembre. Pode lo antes posible después de la caída de las hojas, y nunca después de fines de enero. La poda temprana de invier no adelantará el brote de la yema alrededor de siete días con respecto a la vid podada en primavera. Por tanto, en los lugares propensos a las heladas primaverales, puede ser más conveniente podar la vid en marzo o abril, con la esperanza de librarla así de los eventuales daños de una helada. Sin embargo, conviene señalar que la vid con poda tardía puede sufrir «llanto» de savia en los cortes de la poda. Aun así, y dando por supuesta la salud de la vid, el llanto de savia no suele debilitar a las plantas, y además el flujo se detiene en cuanto éstas desarrollan algunas hojas. Tenga en cuenta que hay, o debiera haber, tres sarmientos robus tos de reemplazo que deben apoyarse en el rodrigón o en el poste. Si no los hubiera, utilice tres laterales robustos próximos al centro. Los dos brazos fructíferos del verano anterior deben cortarse hasta los sarmien tos de reemplazo. Un sarmiento se lleva horizontalmente hacia la iz quierda y el otro hacia la derecha, formando un arco sobre los alambres inferiores. El tercero se poda a 3 o 4 yemas. Estas yemas proveerán los sarmientos de reemplazo al año siguiente.
Centro: enero. La poda invernal ha terminado. Los sarmientos de reemplazo se han sujetado al alambre inferior, y se han eliminado los pámpanos antiguos, dejando 60-75 cm a cada lado. El tercer sarmiento se ha podado a 3 o 4 yemas (vara).
Abajo: julio, agosto, septiembre. Los pámpanos se guían sobre los alambres dobles. Pódelos a dos o tres hojas por encima de los alambres superiores, utilizando, si es necesario, unas tijeras de podar o una po-dadora. Elimine cualquier brote sublateral. Los sarmientos de reempla zo (3 para el Guyot doble, 2 para el Guyot simple) se apoyan sobre el rodrigón o poste hasta una altura de 1,5 m. Los sublaterales se despun tan a una hoja. Un consejo perfeccionista: debe suprimirse cualquier floración existente en los sarmientos de reemplazo, aunque esto no re sulta estrictamente necesario si el desarrollo es vigoroso. Suprima todos los pámpanos sobrantes, y también los chupones que salgan del tronco entre los dos brazos. Empiece a principios de septiembre extrayendo de forma gradual una pequeña proporción de las hojas más bajas, en can tidad suficiente para que los racimos estén más expuestos al sol y para obtener una mejor circulación del aire. Procure no exponer de golpe los racimos al sol, puesto que podrían quemarse. La reducción del fo llaje facilitará la maduración del fruto y el control de podredumbre gris o botritis.
A mitad de junio: Fungicidas sistémicos: aplique sulfuros disueltos en agua o sulfuros en polvo especiales para el control del mildiu. Repita la operación cuatro veces a intervalos de quince días. Observación: el in tervalo mínimo entre la fumigación y la vendimia debe ser de 7 días. Justo antes de que se abran las flores: Fungicidas sistémicos para el con trol de la podredumbre gris: Repetir cada 14 días hasta que falten tres semanas para la vendimia.
Es importante controlar las malas hierbas durante el primer año de cultivo, cuando la vid se está implantando, así como en los años si guientes, cuando la planta es ya productiva. Las malas hierbas entran en competencia con la vid a la hora de aprovechar el agua y los ali mentos, y tienden a crear condiciones de humedad alrededor de los ra cimos que propician el desarrollo de la podredumbre gris. Se puede llevar a cabo un programa sencillo de utilización de herbicidas. Los productos más aconsejables son la simazina y el paraquat. La simazina se aplica en el suelo, y elimina las semillas de malas hierbas que están en germinación, pero no afecta a las que ya han brotado y están a ras de suelo. Se usa para mantener limpio y libre de hierbas el terreno. Este herbicida establece una barrera para las semillas sobre la superficie; se obtienen muy buenos resultados si se aplica cuando el terreno está hú medo, firme y con una fina capa labrada. Es importante respetar las in dicaciones del fabricante en lo referente a la dosis, ya que ésta variará en función de la consistencia del suelo. La simazina es persistente, y sus efectos pueden durar unos seis o siete meses. Una sobredosis podría dañar las plantas y esterilizar el suelo. Se aplica con un pulverizador; en el caso de que caiga una parte del producto sobre las vides implan tadas, éstas no sufrirán daño alguno siempre que se hayan respetado las dosis indicadas.
El paraquat mata los tejidos verdes, la corteza verde y las yemas u hojas que pueda tocar. Quema y abrasa, de ahí que deba aplicarse a las malas hierbas protegiendo las vides. Combate las malas hierbas anua les y perennes que no tienen reservas nutritivas subterráneas.
Aplique la simazina en febrero o marzo sobre el terreno limpio y húmedo. En principio, sus efectos deben prolongarse hasta la segunda aplicación, que se hará en octubre, después de la vendimia. Si aparecie ra alguna hierba en la hilera durante la época de desarrollo, deberá eli minarse con mucho cuidado, aplicando directamente paraquat sin rociar con este producto el follaje de la vid.
No utilice, bajo ningún concepto, los herbicidas a base de hormo nas sobre la vid o cerca de ella, puesto que podría causar serias distor siones.
Las uvas negras, al igual que algunos híbridos, no maduran suficiente mente bien cuando se cultivan a cielo abierto, de manera que no son adecuadas para elaborar un buen vino, a menos que el verano haya sido caluroso. Se desarrollan mejor sobre una pared o valla o, por lo menos, protegiéndolas durante una parte de la estación. En general, las variedades blancas que maduran desde principios hasta mediados de octubre, serán las más idóneas, ya que las tempranas están expuestas a sufrir los ataques de las avispas. Más al norte deben elegirse las varie dades tempranas en lugar de las tardías, pues cabe la posibilidad de que estas últimas no maduren.
Todas las uvas son aptas para la elaboración de vino, pero sólo al gunas de las variedades cultivadas a cielo abierto podrán aprovecharse como uva de mesa, siempre y cuando el verano haya sido bueno; di chas variedades se mencionan más adelante. En cualquier caso, estas mismas variedades tendrán un sabor más dulce si se cultivan sobre una pared cálida. Las variedades que se recomiendan para invernadero no suelen ser adecuadas a cielo abierto.
La temporada de maduración que se establece más abajo corres ponde a las zonas frías.
BLANCA
Chasselas (tardía). Hay distintas variedades; por ejemplo, Chasselas d'Or, Chasselas 1921, Chasselas Rose Royale y la Muscadine (uva sil vestre del sur de EE.UU.). Todas producen frutos de excelente calidad, tanto para uva de mesa como para vinificar. Sin embargo, esta variedad es tardía a cielo abierto y da mejores resultados sobre una pared. Fina les de octubre.
Madeleine Angcvine 7.972 (temprana). Buena producción. Vigorosa. Pro­pensa al mildiu. Relativamente resistente. Se adapta a zonas frías. Vino blanco. Calidad regular. Fines de septiembre a principios de octubre.
Müller Thurgau (Riesling Sylvaner) (media estación). Es la más cultiva da. De sabor delicado, da un vino excelente. Pasable como uva de mesa. Necesita buen tiempo durante el período de polinización. Mitad de octubre. Muy recomendable.
Moscatel de Nueva York. Uva color tostado con excelente sabor a mos catel en los veranos calurosos. Debe desarrollarse sobre un muro. Ba yas grandes. Uva de mesa. Desde mediados hasta finales de octubre.
Perle de Czaba (temprana). Granos con un excelente sabor a mosca tel. Dará mejores resultados sobre una pared o un invernadero. Vigor de moderado a débil. Baja producción. Fines de septiembre. Uva de mesa.
Precoce de Maliogre (temprana). Una uva del tipo sweetwater, de buen sabor. Vigor moderado. Producción escasa. Apta para vino y para la mesa. Fines de septiembre.
Seyval (Seyve Villard 5.276) (de media estación). Híbrido con cierta re sistencia al mildiu y al oídio. Bastante productivo y de fácil desarrollo. Se asocia bien con Müller Thurgau. Recomendable. Mediados y fines de octubre.
Siegerrebe (muy temprana). Baya de color dorado y buen sabor, con un toque de moscatel y alto contenido en azúcar. Susceptible a las avispas. Apta para vinificación y para uva de mesa. Vigor mediano. Fines de agosto a principios de septiembre.
NEGRA
Brant (tardía). Híbrido de origen canadiense que se cultiva a menudo por su color otoñal. Proporciona una buena producción de uvas ne gras, pequeñas y dulces que gustan a los niños. Cierta resistencia al mildiu. Vigorosa y útil para tapizar los muros. Mediados de octubre.
Cascade (Seibel 13.053) (media estación). Resistente al mildiu. Bajo contenido en azúcar y elevada acidez. Vino de bastante buena calidad. Pequeños racimos con granos púrpura de zumo rojo. Muy vigorosa. Excelente como planta para tapizar muros. Principios de octubre.
León Millot (media estación). Híbrido francés resistente al mildiu. Racimos pequeños de uvas negro-azuladas. Muy vigorosa. Proporciona un vino tinto de buena calidad. Producción satisfactoria. Fiable. Princi pios de octubre.
Moscatel Azul. Uva moscatel de buen tamaño. Racimos medianos. De excelente sabor, pero con pepitas grandes. Aunque se dan mejor sobre un muro, maduran bien a cielo abierto cuando el verano es caluroso. Atractivo color otoñal. Mediados de octubre. Uva de mesa.
Noir Hatif de Marseillcs (temprana). Granos de tamaño pequeño o me diano y racimos con un suave aroma a moscatel. Buena calidad. Por ser de desarrollo más bien débil, requiere un suelo fértil. Necesita pro tección o un muro cálido. Fines de septiembre. Uva de mesa.
Pirovano 14. Racimos medianos, con granos grandes de buen sabor —aunque distinto del de las variedades moscatel—, adecuados tanto para vinificación como para uva de mesa. Se desarrolla mejor sobre una pared protegida. Mediados de octubre.
Tereshkova (temprana). Híbrido con granos de tamaño mediano, color rojo púrpura y un delicado sabor a moscatel. Tiene un atractivo co lor otoñal. Fines de septiembre. Uva de mesa.
Comentarios: (0)

Son híbridos de América del Norte, que suelen estar emparentados con la especie Vitis labrusca. Existen numerosas variedades; por ejemplo: Concord (negra) y Fragola (rosada). Racimos pequeños o grandes de granos de buen tamaño con el hollejo grueso y resbaladizo y un gusto con ciertas reminiscencias de fresones. A veces se la considera de sabor agrio, lo mismo que al vino que se elabora con esta cepa. Se desarrolla mejor sobre una pared. Resistente al mildiu. Fines de octubre.
Comentarios: (0)
Bacchus. Blanca. Similar a Müller Thurgau, pero más fiable en cuanto a producción. Proporciona un vino de buena calidad.
Huxelrebe. Uva blanca que produce un vino de buena calidad con sabor a moscatel; un poco más temprana que la Müller Thurgau. Sus ceptible al mildiu. Excelente cosecha. Principios de octubre.
Reichensteinor. Blanca y con alto contenido en azúcar. Da un vino neu tro. Elevada productividad. Cierta resistencia a la podredumbre gris. Principios de octubre.
Sene u re be. Uva para vino blanco. Media estación. Similar a la Müller Thurgau, pero más productiva. Mediados de octubre.
Schonburger. Uva blanca que proporciona un vino de buena calidad. Madura al mismo tiempo que la Müller Thurgau, pero necesita un em plazamiento cálido para dar una buena cosecha.
PATRONES
La mayoría de las vides que suministran los viveros tienen sus propias raíces y son satisfactorias mientras la filoxera no sea un problema en la región. La vid, normalmente, está injertada con patrones resistentes a dicha plaga. Algunas tienen la ventaja adicional de imprimir vigor a la planta y ser más adecuadas en suelos de ciertas condiciones
Comentarios: (7)
La uva que se cultiva al aire libre es, por lo general, mucho menos pro pensa a sufrir el ataque de ciertas plagas como los lecaninos, las cochi nillas algodonosas, la arañuela roja y la mosca blanca, que constituyen un auténtico problema en los invernaderos. Sin embargo, la vid que se cultiva a cielo abierto en un lugar guarnecido y cálido, sobre una pared orientada hacia el sur, puede padecer también este tipo de problemas. Si se aplican pesticidas cuando los frutos han empezado a crecer, se corre el riesgo de estropear el aroma. En la medida de lo posible, las plagas deben controlarse antes, o bien usar fórmulas que no dañen el aroma, como los humos o los aerosoles. Los insecticidas no deben utili zarse durante los diez días anteriores a la recolección.
Las cinco primeras plagas que se describen a continuación cuentan con una amplia gama de plantas huéspedes; de ahí que, si la vid se cul tiva en invernadero junto con otras plantas, estas últimas también de berán ser controladas, para detectar la posible presencia de alguna plaga y poder combatirla.
Pájaros
Los pájaros constituyen la plaga más dañina para las uvas cultivadas a cielo abierto. Pueden llegar a comerse la producción completa, a menos que se cubra la vid con una red protectora a prueba de pájaros, que deberá colocarse entre principios de septiembre y mediados de octubre según las variedades que se cultiven. La malla de esta red tiene que ser de 19-25 mm. Si la plantación es demasiado grande para cubrirla en su totalidad, se pueden enfundar los racimos en bolsas de muselina o en medias de nylon.
Arañuela roja de los invernaderos
Estos ácaros son pequeños arácnidos que chupan la savia. Aparecen en grandes cantidades en el envés de las hojas. Son adultos pasado el in vierno, y empiezan a alimentarse del follaje joven en abril o mayo.
Los primeros síntomas de su presencia se dan con la aparición de un fino moteado verde amarillento en el haz de las hojas. Los ácaros se ven al examinar el envés de la hoja con una lupa. A medida que la in fección aumenta, las hojas empiezan a secarse y a caer, y la vid puede llegar a cubrirse de un fino tejido plateado producido por los ácaros. Presentan una gama de color que va desde el verde amarillento o el na ranja hasta tonalidades cercanas al negro.
Para prevenir el desarrollo de la infección se requiere un tratamien to inmediato. En cuanto detecte señales de daños producidos por los ácaros, rocíe la vid con malathion. Repita esta operación tantas veces como sea preciso. Como alternativa a los pesticidas, la arañuela roja se puede combatir mediante la introducción del Phytoseiulus persimilis, un ácaro depredador, pero en este caso no se podrán utilizar insecticidas para combatir otras plagas.
Mosca blanca de los invernaderos
En estado adulto, son insectos pequeños similares a las polillas y con alas blancas, que viven en el envés de las hojas. En la fase de ninfas son planos y de color verde blancuzco. Tanto las ninfas como los adul tos se alimentan de la savia de la planta. Al igual que las cochinillas algodonosas, las moscas blancas pueden crear problemas con la liga-mara y la fumagina. Los huevos y las ninfas son relativamente inmu nes a los insecticidas, de manera que será necesario fumigar a los adultos a medida que se vayan desarrollando.
Utilice atomizadores o humos que contengan pyrethrum, o un com puesto de tipo pyrethrum. La alternativa a los insecticidas es una avis pa parásita llamada Encarsia formosa, que puede introducirse durante el verano.
Cochinilla algodonosa de los invernaderos
Es una plaga típica de las uvas de invernadero. Se trata de unos insec tos de cuerpo suave, de color gris rosáceo, y de unos 3 mm de largo, que succionan la savia de los tallos y de las hojas. Tienden a apiñarse en los ejes de las hojas, y segregan a su alrededor fibras lanosas de color blanco. Excretan una sustancia dulce y pegajosa, llamada fumagina, que estimula el crecimiento de una costra negruzca sobre la superficie del follaje y de los frutos.
El tratamiento con aceite de alquitrán, que se recomienda más ade lante para las cochinillas, también es aplicable en este caso. Si persis tieran durante la época de desarrollo, se podrían llevar a cabo fumi gaciones con malathion cada 14 días, durante la primavera y comien zos del verano.
Lecaninos
Se alimentan de la savia de la vid. La especie más común es el lecanino marrón. El insecto adulto está cubierto por un caparazón duro y conve xo de color marrón brillante y de unos 6 mm de largo. Se pegan a los sarmientos y, a excepción de las ninfas recién formadas, las cochinillas no se mueven cuando han encontrado un lugar cómodo para alimen tarse.
Un pulgón menos corriente pero mucho más espectacular es la co chinilla algodonosa de la vid. Las hembras adultas presentan un capara zón rugoso marrón oscuro de unos 4mm de diámetro, colgado del borde de una masa de hilos blancos cerosos que contienen los huevos.
Las cochinillas se pueden controlar untando las plantas, por medio de una brocha, con una mano de aceite de alquitrán durante el mes de diciembre. El aceite de alquitrán dañará a cualquier planta que conser ve sus hojas, así es que se debe proceder con mucho cuidado si en el in vernadero hay plantas con hojas cerca de la vid. Antes del tratamiento, deberán rascarse las varas para eliminar la corteza muerta y tantas cochinillas como sea posible. Recoja los desechos y quémelos. Si fuera preciso, también se podría rociar la vid con malathion a fines de junio y mediados de julio, época en que empiezan a formarse las ninfas.
Erinosis o sarna de la vid
Es un acaro microscópico, que se da tanto en los invernaderos como en los parrales. Pasa el invierno en las yemas, y empieza a nutrirse de las hojas en primavera, con la consiguiente aparición de hinchazones en el haz de las hojas, y de una trama de finos hilillos blancos en el envés. Estos hilillos podrían hacer creer que la planta está atacada por el mil-diu, pero la hinchazón resulta inconfundible y constituye el síntoma más claro. Los síntomas aparecen en mayo o junio y, a medida que el verano progresa, los hilillos se oscurecen tornándose de color marrón rojizo. Los ácaros viven entre los hilillos y se alimentan de la superficie de las hojas, las cuales no padecen daños apreciables, a excepción de algunas deformaciones. Se puede combatir la infección arrancando simplemente las hojas afectadas.
Filoxera
Esta importante plaga de la vid es un insecto del grupo de los pulgones, con un ciclo de vida complejo, que presenta varias formas, y produce agallas en las hojas y en las raíces. El síntoma más obvio es el de las agallas en las hojas. Son estructuras con abultamientos redondea dos de color rosáceo o verde amarillento que se forman en la superficie de las hojas. Las agallas, que son huecas, contienen la plaga. Las for mas radicícolas producen abultamientos en las raíces. Cualquier foco de infestación matará la planta, a menos que la vid se haya implantado sobre un portainjertos resistente a la filoxera. En caso de que se sospe che la presencia de esta plaga, se debe informar inmediatamente a la delegación local del Ministerio de Agricultura, a fin de que se tomen las medidas apropiadas para controlar el brote.
Otiorrinco de la vid o cortarraíces
El insecto adulto se alimenta durante la noche comiendo trozos irregu lares del borde de las hojas de muchas plantas, incluidas las parras. La mayor parte de los escarabajos son negros, con pequeñas manchas ma rrones sobre los élitros. Los escarabajos se mueven con lentitud, tienen 9 mm de longitud y antenas curvas. Sus larvas, gordas y blanquecinas, presentan la forma de gusanos sin patas de cabeza marrón. Viven en la tierra y se alimentan de las raíces. La vid bien establecida no es pro pensa a sufrir los daños de esta plaga, pero el gusano puede matar a las vides que se cultivan en maceta o a las plantas jóvenes. Si se detecta la acción de los gusanos, se puede controlar rociando el suelo con un ato mizador provisto de una mezcla a base de HCH (BHC).
Avispas
Los años en que las avispas son numerosas, pueden destruir un gran número de uvas, sobre todo de las variedades tempranas. Conviene es forzarse por encontrar y eliminar en la localidad tantos avisperos como sea posible. El procedimiento más sencillo consiste en seguir el vuelo de las avispas a la puesta del sol, teniendo en cuenta que los lugares donde puede haber avisperos son las acequias, los setos y los aleros de los edificios. Una vez localizados los avisperos, se pueden destruir colo cando a la entrada de los mismos un producto antiavispas en polvo (carbaril). Los racimos de uva se pueden proteger individualmente, em bolsándolos en medias de nylon o en bolsas de muselina. Las avispas se mantendrán también alejadas del invernadero si se cubren los venti ladores con una malla de nylon.
Comentarios: (0)
Mildiu
Esta enfermedad afecta sobre todo a los parrales. Se caracteriza por producir unas manchas de color verde pálido en el haz de las hojas y un moho pubescente en el envés. Las áreas afectadas se secan y se vuel ven quebradizas y, como consecuencia, las hojas se encrespan y caen. Los granos enfermos se contraen y se tornan marrones y correosos. Las puntas de los sarmientos también pueden verse afectadas. Elimine y destruya todos los pámpanos y las hojas enfermas para evitar que el hongo sobreviva durante el invierno, aunque algunas esporas pueden pasar el invierno en las yemas y en los sarmientos. Si sospecha que la infección puede producirse, aplique un rociado protector con zineb, mancoceb, caldo bórdeles o cobre líquido, antes de que las vides estén en flor, y repita esta operación a intervalos de entre 10 y 14 días, aban­donándola en el momento en que el rociado pueda resultar dañino para la fruta. (Véase también Erinosis, descrita en la pág. 57.)
Podredumbre gris o botrítis
Es la enfermedad más perjudicial de las que pueden afectar a los pa rrales, aunque puede dañar también a las uvas en un invernadero mal ventilado y con un alto grado de humedad.
Las uvas afectadas se pudren, y quedan cubiertas por una densa masa vellosa de color marrón grisáceo, producida por el desarrollo de los hongos. Los hongos pueden herir los granos directamente, o bien invadir las partes florales, de modo que los frutos broten ya infectados. En cualquiera de los dos casos, una vez que la enfermedad se ha esta blecido, se puede extender rápidamente tanto por contacto como por esporas aéreas, muy numerosas. Con clima húmedo o en invernaderos húmedos, la pérdida de producción puede ser considerable. En los in vernaderos se puede prevenir la enfermedad hasta cierto punto por medio de una ventilación adecuada que reduzca la humedad, y supri miendo con rapidez los granos y las hojas enfermas. Cuando se mani fieste la enfermedad, fumigue el invernadero con humo de tecnacene.
En los parrales cultivados al aire libre resulta difícil controlar la en­fermedad; por ello, cuando se produzca una humedad persistente, pro cure mejorar la aireación de los racimos mediante un aclareo y su primiendo con sensatez algunos de los sarmientos. La podredumbre gris se puede controlar durante una estación o dos con benomyl, car-bendazim o metiltiofanato, pero el uso de estos fungicidas puede con llevar el desarrollo de especies de hongos resistentes a ellos, con lo que dejarían de ser efectivos. Existen fungicidas especiales para combatir esta enfermedad en las plantaciones comerciales, y puede resultar con veniente asesorarse a este respecto.
Podredumbre de las raíces
Tanto la vid cultivada en el exterior como en el interior, es propensa a la infección por hongos nacidos en la tierra, que pueden matar las plantas afectadas con gran rapidez. Se presentan en forma de abanicos blancos que se desarrollan bajo la corteza de las raíces y de los sar mientos principales, justo hasta llegar al nivel del suelo. Sobre las raí ces enfermas pueden aparecer estructuras negro amarronadas, deno minadas rizomarfas, que crecen a través del suelo y transmiten la en fermedad. El control de este hongo es difícil, de ahí que resulte esencial localizar el foco de la infección, de manera que se puedan sacar todos los restos de madera, para quemarlos junto con las vides muertas o en fermas y con la mayor cantidad posible de raíces. El suelo debe tratar se con un producto que contenga una emulsión fenólica o esterilizada, con una solución al 2 % de formaldehído, o bien cambiarlo antes de replantar.
Oídlo
Esta enfermedad resulta más problemática en el caso de uvas cultiva das a cubierto, sobre todo en invernaderos fríos, y especialmente cuan do el suelo es seco y la atmósfera húmeda o estática. También es co rriente el oídio en los parrales, sobre todo en los que se cultivan en lu gares muy secos, como pueden ser algunas paredes. Se desarrolla como un manto blanco y ralo de esporas, y el síntoma más evidente lo consti tuye la decoloración gris o purpúrea de las áreas afectadas. La enferme dad puede atacar también a las flores y los frutos provocando su caída. En una etapa posterior, las uvas pueden endurecerse y encogerse, con el consiguiente estallido del grano. Y a menudo, en esta fase, las plan tas son atacadas por un hongo secundario, como la podredumbre gris, que puede producir una podredumbre extensiva.
El oídio se puede prevenir hasta cierto punto abonando el suelo y regándolo para evitar la sequía. En cuanto aparezca la enfermedad, aplique benomyl, metiltiofanato o triforina con bupirimato. También se puede espolvorear o sulfatar con azufre. Si la enfermedad se ha pre sentado ya en años anteriores, la primera aplicación del fungicida, cualquiera que sea el que se utilice, deberá producirse entre 10 y 14 días antes del momento en que se espera la manifestación de la enferme dad. Para controlarla, bastará con cuatro aplicaciones a lo largo de la temporada. En un invernadero frío, y con clima nublado, puede resul tar imprescindible encender temporalmente la calefacción para evitar una excesiva humedad ambiental. También será necesario prever una ventilación controlada pero suficiente para asegurar una buena circula ción del aire. Hay que evitar el exceso de sarmientos y de follaje, para soslayar la estaticidad del aire. En un invernadero con calefacción, los tubos se pueden pintar con una solución de azufre, procurando evitar el contacto con el follaje joven. La solución se prepara mezclando a partes iguales azufre soluble y jabón blando, para formar terrones del tamaño de una pelota de golf. Se disuelve uno de estos terrones en una jarra con un poco de agua, removiendo con el pincel que se vaya a uti lizar para pintar los tubos. La misma mezcla se puede usar para pintar los tallos de la vid durante su hibernación, después de rascar suave mente la corteza suelta con un cuchillo
Comentarios: (0)
Lloro o llanto de la vid
Suele producirse como consecuencia de una poda invernal tardía, y consiste en que la savia fluye libremente por los cortes, sobre todo si la herida es grande. Para el viticultor sin experiencia, este «llanto» puede resultar desconcertante. No hay que asustarse, sin embargo, ya que si la vid está sana, la pérdida de savia no dañará la planta, y se detendrá más adelante, en primavera, cuando salgan las yemas y empiecen los brotes. En el pasado se aplicaban remedios para restañar el flujo, como cauterizar la herida, poner cera selladora, pintar con cola de carpintero, etc., pero nunca dieron resultado una vez que el «llanto» había empe zado. La verdadera solución consiste en podar a tiempo, terminando el trabajo a fines de diciembre y, preferentemente, justo después de la caída de las hojas.
Exudaciones
Un fenómeno corriente en primavera es la aparición de glóbulos trans­parentes que parecen huevos en el envés de las hojas y en los peciolos. Estas pequeñas gotas redondas, verdosas o incoloras, no son los huevos de alguna plaga, sino el resultado de una exudación natural de la plan ta. Este tipo de exudación se produce normalmente en los pámpanos y constituye una señal de que las raíces trabajan con energía, y de la buena salud de la planta. Los síntomas serán más evidentes en las plantas cultivadas en invernadero con la atmósfera húmeda.
Estallido del fruto
Este problema se presenta como consecuencia del ataque del mildiu (ver pág. 60). Sin embargo, en ocasiones se puede producir a causa de un crecimiento irregular, como acontece cuando a un período de se quía le sucede un período de intensas lluvias. Normalmente, las uvas afectadas se pudren bajo los efectos de la consiguiente podredumbre gris. No se puede hacer gran cosa para prevenir este problema, aparte de cubrir el suelo con capas de estiércol y paja, y de regar en los perío dos secos para evitar que el suelo se seque completamente.
Carencia de magnesio
La vid se resiente rápidamente cuando el suelo presenta carencia de magnesio. Los síntomas aparecen en las hojas, que muestran una deco­loración anaranjada o amarillenta entre los nervios, aunque en algunas variedades las manchas de las hojas pueden ser purpúreas. Más tarde, las áreas afectadas se vuelven marrones. Estos síntomas no deben con fundirse con los de abrasamiento solar (ver pág. 64). Esta carencia se puede corregir rociando el follaje, en cuanto aparezcan los primeros síntomas con 220 g de sulfato de magnesio disueltos en 11 litros de agua con un dispersante que puede ser jabón suave o unas gotas de un detergente para vajillas. Aplique esta solución dos o tres veces, a inter valos de quince días. Las aplicaciones sobre el suelo actúan con mayor lentitud, pero son muy eficaces como remedios a largo plazo. En los parrales, aplique el sulfato de magnesio en los años siguientes como si fuese un abono, al final de la primavera, en una dosis de 66 g/m2.
Edema o hidropesía
Se trata de un trastorno fisiológico, más frecuente en las vides de in­vernadero. En un momento bastante avanzado de la temporada, apare ce una especie de verruga en los tallos, cuando los frutos se están desarrollando. A veces se dan en los mismos frutos e incluso en el envés de las hojas. Estas verrugas pueden reventar y tener una aparien cia vesiculosa o blanco polvorienta; también pueden volverse herrum brosas, y aparecer como parches escamosos y marrones. Este problema surge como resultado de un exceso de agua en las raíces, cuando las raíces de una planta absorben más agua de la que las hojas pueden transpirar, debido a unas condiciones de extrema humedad, sea en el suelo, en la atmósfera o en ambos. Cuando se presente el problema, no elimine las partes afectadas porque no haría más que empeorar la si tuación. No existe un tratamiento especial, y el remedio consiste en mantener el suelo y el aire en condiciones más secas. Con un trata miento correcto, la planta retomará un ritmo adecuado de crecimiento.
Escaldadura y abrasamiento
Las escaldaduras, que se manifiestan como parches hundidos en los granos, y el abrasamiento del follaje, que se manifiesta como grandes manchas de color marrón pálido, se deben a la acción solar a través del vidrio sobre los tejidos húmedos. Estos problemas se dan normalmente cuando la ventilación es insuficiente. Una sombra parcial puede ayu dar a prevenirlos. Retire los granos y las hojas afectados.
Corrimiento de los racimos
El corrimiento se manifiesta durante la primera etapa de maduración del fruto, cuando algunos granos o grupitos de granos no se desarrollan ni se colorean. Empieza como una mancha oscura a lo largo del tallo